Finca Casa Balaguer
Que estamos ante un organismo agrícola especial, ya lo sientes cuando pones los pies por primera vez en Finca Casa Balaguer. Viñedos en pendiente, pequeños cerros y montañas que aparecen entre olivos y viñas. Y el aire… el aire te envuelve con ese aroma inconfundible del monte mediterráneo: romero, tomillo, esparto, manzanilla.
Y es que Finca Casa Balaguer, situada en el valle del río Vinalopó, al interior de Alicante, a más de 550 metros sobre el nivel del mar, fue concebida ya en el siglo XIX como un organismo agrícola completo. Viñedo, olivar, cereal, almendros, frutales y animales convivían aquí de forma natural, configurando un paisaje tan productivo como bello. Hoy, tras años de recuperación y trabajo biodinámico, paso a paso, planta a planta y animal a animal, esta diversidad está volviendo a florecer.
Pero lo que hace realmente única a esta finca está bajo nuestros pies.
En Finca Casa Balaguer nos hemos dado cuenta, con el paso del tiempo, de que estábamos caminando sobre una auténtica joya edafológica y geológica.
Todo empezó con un descubrimiento clave: el antiguo cauce del río Vinalopó cruzaba exactamente por el centro de la finca. Esto nos reveló una complejidad de suelos que pocos lugares pueden ofrecer.
Toda esta diversidad es consecuencia de una historia geológica fascinante. A finales del siglo XVIII, tras varias inundaciones, se abrió un segundo cauce del Río Vinalopó, al sur del Cerro de San Cristóbal, para aliviar el caudal de agua que llegaba a las zonas bajas de Villena. Pero fue ya a finales del siglo XIX, cuando después de unas nuevas inundaciones, el cauce original, el cauce norte, fue definitivamente clausurado… y lo que dejó atrás fue un mosaico de suelos que hoy nutren nuestros cultivos y definen nuestros vinos.
Además, gracias a diversos estudios, sabemos que hace más de 40 millones de años, durante el Cretácico Superior, todo este valle estaba completamente cubierto por el mar. Un plegamiento de tierras provocado por actividad sísmica dio origen al Cerro de San Cristóbal. La última parte de ese pliegue que se formó es precisamente el Cerrico de Balaguer, una pequeño cerro situado en el corazón de nuestra finca. Allí, una placa calcárea a solo medio metro de profundidad limita naturalmente el crecimiento de las raíces, generando un estrés controlado en las vides.
Este fenómeno da como resultado unas uvas especiales, con una altísima carga mineral y salina y produce unos vinos más etéreos, con tensión y con una acidez crujiente.
Este equilibrio natural, entre lo que la planta necesita y lo que la tierra le permite, es lo que da carácter a nuestros vinos.
En esta finca no solo cultivamos, sino que creamos vida. Amamos la biodiversidad y dejamos espacio para lo salvaje. Aquí conviven:
· Policultivo: viñas, olivos, cereales, almendros, frutales.
· Una granja integrada con animales, algunos de ellos rescatados: cabras, burros, gallinas, conejos, gatos, ocas…
· Variedades locales prácticamente extinguidas, que recuperamos cepa a cepa e injerto a injerto.
· Agricultura 100% ecológica y biodinámica, sin químicos, sin atajos, al ritmo que la naturaleza nos marca.
Todo esto hace que nuestros vinos sean únicos. No solo por su sabor, sino por la historia viva que llevan dentro.